En vacaciones, menos es más

Estamos a punto de entrar en el mes de junio y el cansancio acumulado de todo el curso se siente en el cuerpo.

Es una sensación de agotamiento, de necesidad de paz y de descanso, de libertad de horarios y de necesidad de naturaleza y aire libre.
Es normal sentir todo esto con el ritmo de vida que llevamos y con todas las responsabilidades y quehaceres que acumulamos a lo largo del día y de la semana. Y si ya le sumamos todas las preocupaciones y estímulos que nos llegan del exterior, esa carga se hace aún más pesada en nuestras espaldas.

Pero la buena noticia es que queda poco para disfrutar de las tan merecidas vacaciones, que espero que sean reparadoras y revitalizadoras para ti.

A veces cometemos el error de querer encajar en 30 días, o menos días, todas esas actividades y planes que hemos ido pensando durante el año y has pospuesto para poder hacerlas en vacaciones. Viajes, escapadas, planes con niños, con amigos, con familia, visitar esto y aquello, conciertos, museos, aprovechar para hacer esas tareas en casa que no tienes tiempo de hacer el resto del año y mil cosas más.

Y está bien aprovechar el verano para hacer planes, pero en ocasiones terminamos el mes de agosto más agotados aún de cómo empezamos las vacaciones. Y así no podemos volver a empezar el curso en septiembre con energía, ilusión y con las defensas bien fuertes, ¿no te parece?

Mi recomendación es que, si aún estás planificando las vacaciones, dejes espacio para descansar de verdad, para contemplar, para caminar sin rumbo, para improvisar, para estar presente para los tuyos, para desconectar del móvil, para no hacer nada e incluso para aburrirte un poco, que parece que hoy en día esté prohibido…

Aquí van algunas ideas que pueden servirte para bajar el ritmo y conectar con tu bienestar en vacaciones:

 

  • Empezar un diario de agradecimiento o de meditación. El verano es el momento perfecto para reflexionar, meditar y decidir qué cosas son las que quieres mantener, mejorar o eliminar en tu vida.

 

  • Iniciarte en la relajante actividad del prensado y secado de hojas y flores. Te permitirá dar paseos tranquilos y de plena atención por el campo y compartirlo por ejemplo con tus hijos, enseñándoles toda la belleza que podemos encontrar en la naturaleza y llevarnos un pedacito a casa.

 

  • Sorprender a alguien con un picnic tranquilo para ver una puesta de sol en algún lugar natural hermoso, al borde del mar, en un acantilado o bajo la sombra de un árbol en la montaña.

 

Creo que nuestro cuerpo y nuestra mente nos lo agradecerán enormemente.
Como dicen, a veces menos es mucho más.

Un abrazo.

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